Javier Fontalvo, Analista Técnico IIGE
Ecuador sólo cuenta con reservas de petróleo convencionales (Bloque 60 Sacha, Petroecuador 2021).
Se estima que dar soporte a la demanda energética mundial requerirá de un aumento de la producción total de energía en un 20 % en el año 2040 [1]. Una de las grandes interrogantes con respecto a este escenario es si el mercado energético mundial tendrá la capacidad de cubrir esta demanda creciente, en un contexto en el que cobran cada vez mayor importancia los efectos de la producción energética sobre los patrones climáticos, el uso del suelo y la biodiversidad del planeta.
Entre las múltiples alternativas con las que se espera responder al desafío de la demanda energética global, está el uso de recursos de petróleo y gas de esquisto (shale oil y shale gas, en inglés). Los recursos de esquisto son indistinguibles químicamente de sus pares convencionales, con la diferencia de que se localizan en capas de roca sedimentaria herméticamente comprimidas (conocidos como esquistos) y generalmente se encuentran a mayor profundidad [2]; es decir, el petróleo y gas convencional se encuentran en grandes reservorios situados entre las capas de roca, mientras que el petróleo y gas de esquisto se encuentran atrapados entre los espacios porosos de estas capas rocosas como se muestra en la figura 1.
Figura 1: Representación de la geología de reservorios de hidrocarburos no convencionales y su relación con depósitos convencionales [3].
Las características de las formaciones geológicas de los recursos de esquisto dificultaron el aprovechamiento a gran escala de estos recursos energéticos, hasta la década del 2010, debido a que no se contaba con la tecnología requerida para su extracción; y, por los precios históricamente bajos del petróleo y gas natural, que justificaban su baja rentabilidad. Esta realidad cambió debido a la implementación de innovaciones a nivel tecnológico, que causaron una reducción radical en los costos de explotación de los recursos mencionados. Las principales invenciones que causaron esta evolución fueron la perforación horizontal, que permite cubrir una mayor área de producción mediante tuberías en el eje longitudinal (horizontal) de los reservorios, y la fracturación hidráulica, proceso en el que se bombea agua, arena y químicos a alta presión para liberar el recurso atrapado en las formaciones, tal como se ilustra en la Figura 2. La fracturación hidráulica es denominada coloquialmente en inglés como fracking, término que ha pasado a ser sinónimo de la industria de producción de petróleo y gas de esquisto.
Figura 2: Proceso de producción de recursos de esquistos mediante fracking [4].
La implementación de técnicas de fracking ha causado una reducción significativa en los precios de desarrollo y operación de reservorios de esquisto, condición fundamental para competir en el mercado energético. Por ejemplo, se estima que entre 2012 y 2018 los costos de producción en la región de Bakken en Estados Unidos, una de los más importantes productores de petróleo y gas de esquisto, se redujeron en un 25 % [5], principalmente en costos de perforación, equipamiento de fracturamiento, y químicos y fluidos. Acorde a las estimaciones de la misma fuente, el costo promedio de producción y explotación de esquistos en los Estados Unidos es de USD 40 por barril, valor referencial que permite analizar la rentabilidad de la producción mediante fracking en función del precio internacional del petróleo.
El boom del fracking en los Estados Unidos, que en 2020 representó alrededor del 13 % de la producción mundial [6, 7], levanta la pregunta de cuál es el futuro de los recursos de esquisto en el mix energético a nivel mundial. Para responder a esta interrogante, según las estimaciones actuales existen amplias reservas de petróleo y gas de esquisto a nivel mundial, se estima que las reservas de gas natural de esquisto se encuentran en cerca de los 7 300 trillones de pies cúbicos (TCF), mientras que en el caso del crudo de esquisto las reservas rondarían los 345 mil millones de barriles [8] y las reservas de petróleo convencionales en Ecuador se estiman en alrededor de 3 mil millones de barriles [9]. Las zonas con reservorios importantes de recursos de esquistos se indican en la Figura 3.
Figura 3: Zonas con potencial de producción de recursos de esquistos [10].
Sin embargo, aunque la producción de este recurso pueda contribuir con la producción energética mundial, dependerá de que se solventen múltiples desafíos, desde la habilidad real de la industria de llevar a cabo el procesamiento a gran escala, como de la capacidad de responder satisfactoriamente a preocupaciones ambientales, económicas y sociales.
Desde el punto de vista de la producción, estudios de recurso han encontrado que reservorios en otras regiones presentan condiciones distintas a las ideales en los Estados Unidos; por ejemplo, se han encontrado casos de formaciones en Europa donde las rocas son mucho más difíciles de fracturar debido a un mayor contenido de arcilla y los reservorios son bastante más profundos. Adicionalmente, muchos de los campos de petróleo de esquisto se encuentran en zonas densamente pobladas, con requerimientos estrictos de protección ambiental, de topografía compleja, o en zonas de cultivo [11] y, considerando que la capacidad real de producción por parte de la industria está estrechamente ligada con el precio internacional del crudo, las inversiones requeridas para masificar la misma dependerían tanto de la demanda energética mundial como de las decisiones de los países productores de gas y petróleo convencional.
Sin embargo, debe considerarse que la industria del fracking contribuye tanto directa como indirectamente con el aumento de emisiones de gases de efecto invernadero y el calentamiento global; además, que la abundancia del recurso podría afectar la inversión internacional en fuentes de generación renovable, demorando la transición energética en muchos de los países dependientes de importaciones de energía, para suplir su demanda interna. Por estos motivos se considera que la explotación a gran escala de los recursos de esquisto no está en concordancia con los objetivos de mitigación del cambio climático y conservación ambiental en general [12].
En conclusión, un gran número de factores como los relacionados con la estructura del mercado energético mundial, el ambiente de negocios, o los diferentes contextos financieros, políticos, sociales y ambientales, pueden afectar de manera definitiva a la prospectiva de la producción energética mediante fracking, debido a que la producción de recursos de esquisto dependerá de una planificación detallada y de largo plazo, por parte de los gobiernos y la industria, que permita resolver los desafíos asociados a la explotación de esta fuente energética en un contexto de mayor escrutinio al papel de los hidrocarburos en la sociedad actual.
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Referencias Bibliográficas
[1] Wolaver B. et al, «An Improved Approach for Forecasting Ecological Impacts from
Future Drilling in Unconventional Shale Oil and Gas Plays», en Environmental Management, 2018, vol. 62(2), pp. 323-333, doi: 10.1007/s00267-018-1042-5.
[2] Lemons K., «The Shale Revolution and OPEC: Potential Economic Implications of Shale Oil for OPEC and Member Countries», en The Larrie and Bobbi Weil Undergraduate Research Award Documents, 2014, 5.
[3] Scotchman I., « Shale gas and fracking: exploration for unconventional hydrocarbons», en Proceedings of the Geologists’ Association, 2016, vol. 127, pp. 535-551, doi: 10.1016/j.pgeola.2016.09.001
[4] Trade Unions for Democracy, « Global Shale Gas and the Anti-Fracking Movement», 2014.
[5] Guofeng Y. et al, «Study on the cost of shale oil exploration and development», en China Petroleum Exploration , 2019, vol. 24(5).
[6] U.S Energy Information Administration, « What countries are the top producers and consumers of oil? », visitado 22/10/2021, https://www.eia.gov/tools/faqs/faq.php?id=709&t=6
[7] U.S Energy Information Administration, « How much shale (tight) oil is produced in the United States? », visitado 22/10/2021, https://www.eia.gov/tools/faqs/faq.php?id=847&t=6
[8] Zou C. et al, « Geological characteristics, main challenges and future prospect of shale gas», en Journal of Natural Gas Geoscience, 2017, vol. 2, pp. 273-288, doi: 10.1016/j.jnggs.2017.11.002
[9]Ministerio de Energía y Recursos Naturales No Renovables, « Informe Anual del Potencial Hidrocarburífero del Ecuador», 2019.
[10] U.S Energy Information Administration, « World Shale Resource Assessments», visitado 22/10/2021, https://www.eia.gov/analysis/studies/worldshalegas/
[11] Mistre M. et al, « Shale gas production costs: Historical developments and outlook», en Energy Strategy Reviews, 2018, vol. 20, pp. 20-25, doi: 10.1016/j.esr.2018.01.00
[12] Staddon P. et al, « Fracking Cannot Be Reconciled with Climate Change Mitigation
Policies», en Environmental Science & Technology, 2015, vol. 49, pp. 269-270, doi: 10.1021/acs.est.5b02441.
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